El futuro del low-cost

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Vuelos a bajo costo. Foto Ryanair.

Por Rosario Avilés

Al principio nacieron como un ente extraño en la aviación comercial. En el entramado de los hubs de conexión de los Estados Unidos, Southwets, la aerolínea que inauguró el concepto parecía una golondrina que no haría verano. Lo normal, lo económico, era utilizar a los grandes hubs para concentrar y distribuir vuelos, aprovechando el concepto de conexión que permitía economías de escala.

Pero los creadores del concepto se dieron cuenta que había otro mercado, paralelo al tradicional, que deseaban vuelos rápidos, punto a punto, sin alimentos, sin mayores servicios y, sobre todo, que costaran menos.

No fue fácil crear el concepto, pero tomando en cuenta que en Estados Unidos existían aeropuertos secundarios (o primarios, pero en desuso) que estaban dispuestos a bajar tarifas y dar servicios eficientes a menor precio, el modelo logró despegar.

Hoy, medio siglo después, el bajo costo se ha convertido en la mejor manera de viajar para la tercera parte de los pasajeros del mundo y se calcula que en 2027 –es decir, dentro de nueve años- la mitad de los casi 7 mil millones de vuelos, serán de este tipo en todo el planeta.

La consultora OAG estima que este año más del 50% de los viajeros de 10 países europeos ya eligen las aerolíneas low-cost, siendo Macedonia el país más importante en este rubro, aunque el país que oferta más asientos es España, con 82.2 millones el año pasado. En tanto, Ryan Air, la aerolínea irlandesa es el líder, aunque los problemas laborales que está enfrentando este año podrían hacer que sea desbancada por Easy Jet.

El modelo low-cost ha logrado que muchas personas que no tenían la posibilidad de viajar ahora puedan acceder a este medio de transporte que, en muchos sentidos, facilita la vida de los usuarios.
Hace 15 años en México sólo el 2% de los habitantes del país tomaba un avión, hoy en día este porcentaje se ha elevado a casi el ocho por ciento. Y, de contar con las facilidades para ello, el porcentaje podría ampliarse en un país cuyo territorio es muy grande y la orografía complica el viaje carretero o ferroviario.

Lo irónico del caso es que el modelo que nació en aeropuertos secundarios y con vuelos cortos, se está transformando. Sucede que ahora las aerolíneas de bajo costo tienen grandes hubs donde puede crecer. La propia consultora OAG habla de los superhubs que albergan la nueva conectividad. El mayor de ellos es Kuala Lumpur, en Malasia y en América, Fort Lauderdale, en Florida.

Y aunque los siete mayores hubs de bajo costo se encuentran en el continente asiático, el octavo sitio lo tiene España y los siguientes dos, Estados Unidos.

El Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México se encuentra en el puesto número 12, nada despreciable en un mundo que cada día se conecta más vía aérea. Este lugar podría mejorar si el AICM logra reubicarse para albergar mayor número de vuelos en conexión.

El otro fenómeno que inicia es el llamado bajo costo largo alcance (low-cost long-haul), apuesta que ya ha iniciado Norwegian, cuyo 20% de flota está destinada a estos servicios de largo alcance y ya cuenta con un plan de expansión con la apertura de filiales en Argentina o nuevas rutas transoceánicas como Londres-Río de Janeiro.

Mientras esto ocurre en el sector low-cost, las empresas tradicionales buscan ofrecer asientos segmentados en diversas tarifas y otras más agresivas, están creando sus propias filiales bajo costo. Ya veremos en qué termina esta competencia.

Rosario Avilés

Licenciada en Periodismo por la Escuela de Periodismo “Carlos Septién García”. Cuenta con una Maestría en Periodismo por la Universidad de Miami. Se ha desempeñado como fundadora, editora, columnista y colaboradora en diversos medios, entre ellos: El Economista, Reforma, El Financiero, Grupo Imagen, Radio 13 y La Crónica de Hoy. Hace 20 años que escribe la columna “Despegues y Aterrizajes” .