De ayer a hoy

0
150

Javier García
El gran Canciller de Oribe, Villademoros, nunca imaginó que la política exterior uruguaya en el siglo XXI estaría inspirada en el célebre personaje selvático que amenizaba nuestra infancia. Mujica dijo que “con Argentina tenemos el dilema de Tarzán”, fundamentando en una metáfora con las lianas la estrategia con el vecino.
Nuestro presidente, no el resto del gobierno donde prima una opinión cercana a la nuestra, tiene una visión muy lejana a la realidad con respecto al gobierno argentino y a la forma de relacionarse con él.
Argentina está aislada en el mundo, lo transformaron en un país que no es confiable y que resuelve a los gritos y en la plaza sus problemas. El kirchnerismo se consolidó a partir de la dádiva, los planes sociales que manejan los piqueteros al calor del gobierno y de un gremialismo oficialista que administra millonarias sumas de dineros públicos y áreas de poder, un esquema de control sobre sectores del Poder Judicial y una forma bélica de encarar la acción política donde son todos enemigos menos los que se arrodillan. Con la prensa independiente recorre también ese camino. Esta semana el reconocido intelectual Marcos Aguinis escribió en “La Nación”: “Es probable que el personalista y vertical monopolio del poder oficialista no pueda controlar todos los frentes. El oficialismo no podrá contener graves protestas. Y las protestas desbordadas anárquicas desembocan casi siempre en la violencia”. Más adelante dice: “Ya es un dato irrefutable que el temperamento de la Presidenta impide el diálogo, porque lo siente como una capitulación”.
Sin embargo Mujica cree que las trabas comerciales que Argentina nos impone se arreglan “con paciencia estratégica”, actuando con temor para que no se tomen represalias especialmente en materia de turismo.
Las medidas que toma Argentina con Uruguay son políticas y por vocación de enfrentamiento. Nadie se cree que las exportaciones de Uruguay hacia Argentina, que representan menos del 1% de las importaciones de aquel país, representan algún peligro en sus finanzas. Ya no es que el Mercosur sea un sello del que disfrutan los burócratas con viajes y viáticos, sino que no genera ni la mínima solidaridad de un país que además tiene una balanza comercial a su favor que nos triplica. Argentina nos vende tres veces más de lo que nosotros lo hacemos con ellos. En este marco de trabas y chicanas un Sr. Moreno en Argentina se cree el Sheriff del barrio y perjudica a las empresas uruguayas, personaje que sin el respaldo kirchnerista sería un oficinista ignoto.
Mujica debería estar ofendido con Argentina y no con la oposición uruguaya que pide que se enfrente a este chantaje institucional, donde hay que callar para evitar que supuestamente afecten el flujo de turistas. Aclaremos que incluyendo el turismo la balanza comercial también es favorable a Argentina, porque también hay turismo uruguayo allí por una cifra importante. Tenemos una política exterior mendicante de pedir con la lata en la mano, frente a un gobierno argentino que solo conoce la claudicación del otro como idioma. Mucha fanfarria, mucho “tren de los pueblos libres”, pero la política de Mujica no es la defensa sin miedo de un pueblo digno que exige el cumplimiento de los compromisos, sino que aquí prima el “dilema de Tarzán”. El problema, sin embargo, no es quedar sin lianas, sino en taparrabos.