Se reunía el Parlasur, foro parlamentario integrado formalmente por delegados de los cuatro países miembros plenos del acuerdo, Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Los componentes de este foro son nombrados por designación directa de los parlamentos o por votación del electorado de cada país. Paraguay es el único país de la región que ha realizado elecciones para tales cargos y, por tanto, sus representantes cumplen exclusivamente esa función, mientras que el resto de los delegados han sido designados por los parlamentos nacionales de cada país. Actualmente, el Presidente del Parlasur es un representante de Paraguay.
A la hora de comienzo de la reunión, que había sido oficialmente convocada, los asistentes se encontraron que -por orden expresa del Viceministro de Exteriores de Uruguay- la sala estaba cerrada con cerrojo y no se abriría. La medida, que manifiestamente obstaculizaba el funcionamiento habitual de un organismo internacional, no tenía otra justificación que la clara intención de impedir que se reuniera la asamblea bajo la presidencia de un representante del Paraguay, país que horas antes había sufrido una suspensión -de muy dudosa legalidad- por sus pares, cuya consecuencia inmediata fue vetar su participación en Mercosur.
Después de marchas y contramarchas alimentadas por práctica ajenas a las elementales normas de una política civilizada y cumplimiento de la jurisdicción vigente, se habilitó la sala, pero no se pudo celebrar la sesión prevista del Parlasur ya que una delegación en pleno, habiendo viajado a Montevideo y estando en la ciudad desde el día anterior, no se presentó a la reunión, lo que impidió el quórum imprescindible que obliga la presencia en todas las sesiones de representantes de los cuatro países miembros. Además, los delegados argentinos habían excusado su asistencia mediante una nota enviada curiosamente al vicepresidente del órgano, un diputado uruguayo, ignorando la calidad de presidente del representante paraguayo.
El episodio, que no pasará a los anales de la Historia por sus efectos, sin duda quedará en la memoria de despropósitos de esta crisis por la incapacidad del Mercosur para resolver responsable y razonablemente los problemas que se le presentan. El otrora admirado proceso de integración estrella que fue el Mercosur, inicialmente dirigido a una integración económica y comercial, que los ideólogos de izquierda han querido transformar con un claro objetivo político con desprecio de los principios originarios del tratado, no es capaz de resolver sus propios problemas mediante el mandato de las leyes y los acuerdos. Y así va, resolviendo cada vez peor su posición frente a la crisis Paraguaya, rematándolo con el infortunado ingreso de Venezuela al tratado, y alejándose cada vez más de cumplir un minucioso y cuidado proceso de integración por el que en su momento tanto apostamos.
Jaime Trobo
Perfil:
El autor es Diputado Nacional por el Partido Nacional de Uruguay.
Es en la actualidad, Presidente de la Comision de Asuntos Internacionales de la Cámara de Diputados.
Entre 2000 y 2002 se desempeñó como Ministro de Deporte y Juventud.
En 1998 presidió la Cámara de Diputados.
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