Han aceptado abandonar su encierro a regañadientes por prescripción médica. Les recomendaron su salida inmediata, su salud corría serio peligro. En un principio eran reacios a subir no sin antes saber que su lucha no había sido en vano, su riesgo baldío y quisieron exigír una continuidad.
Así, diez compañeros les tomaron el relevo, cuatro en Candín y seis en Nicolasa.
Desde la superficie han recibido apoyos de todo tipo que les aportaban la fuerza y el ánimo necesario por continuar adelante. Sus familias siempre estaban allí para escucharles su voz y preguntar por su estado y sus compañeros les ponían al día de las últimas noticias sobre el conflicto. Casi siempre negativas, el gobierno no cede un ápice. Se sintieron quizás impotentes y que su esfuerzo podría ser inútil.
Al menos también recibieron alguna sorpresa: dos de los jugadores asturianos de la selección española de fútbol, Santi Cazorla y David Villa les enviaron personalmente su incondiccional respaldo a pie de castillete. Villa conoce bien el entorno y su situación, su padre había trabajado en la mina. Pero seguramente la sorpresa mayor ha sido mientras salían de la jaula que les retornaba: cientos de personas les jaleaban y ovacionaban mientras una banda de gaitas entonaba el himno minero Santa Bárbara bendita. El ambiente que antes se sumía en una calma tensa ahora rezumaba emoción por doquier.
Aquellos diez mineros que comenzaron la protesta, 3 tuvieron que abandonar por problemas médicos, han dejado una estela que ahora otros compañeros continúan. Quizás con más fuerza que antes. Saben que no están solos, y aunque quizá, y a pesar del riesgo que puede acarrear a su salud, tampoco tienen ya nada que perder.
Álvaro Fuente-textos y fotos