Directora Gerente, Fondo Monetario Internacional
Pero no todo son buenas noticias. La recuperación aún es débil y sigue reinando una gran incertidumbre. Tal como anunció el FMI hace unas pocas horas en nuestro informe sobre las Perspectivas de la economía mundial, para este año prevemos un crecimiento mundial de tan solo 3½%, no mucho mayor que el del año pasado. Es posible que las presiones a corto plazo se hayan aliviado, pero las presiones a largo plazo no han desaparecido.
Vale la pena repetir algo que he dicho recientemente: hemos evitado el colapso, pero tenemos que evitar cualquier recaída; 2013 será un año decisivo.
Todos coincidimos en lo que se debe hacer: mantener el ímpetu de las medidas de política necesarias para poner fin a la incertidumbre.
¿Qué significa esto? Para la zona del euro esto significa activar los cortafuegos; impulsar la unión bancaria; seguir llevando adelante el difícil pero necesario proceso de ajuste fiscal en cada país; y respaldar la demanda, sobre todo con un mayor relajamiento monetario.
En el caso de Estados Unidos significa aunar esfuerzos en aras de los intereses nacionales y no caer en nuevos errores de política que sean evitables, como el de no forjar un consenso para elevar el tope de la deuda, y en el caso de Estados Unidos y Japón, llegar a un acuerdo para reducir la deuda a mediano plazo.
En las economías de mercados emergentes y en desarrollo, que han tenido una mejor evolución pese a sus inquietudes acerca de la continua turbulencia y la falta de adopción de medidas decisivas en las economías avanzadas, las situaciones son muy dispares. Algunas son más vulnerables que otras, pero necesitan recomponer el margen de maniobra que emplearon para aplicar las políticas que permitieron aliviar la crisis reciente”, subrayó.
Lagarde destacó cuales serían sus prioridades a tomar en cuenta:
“En los últimos meses he visitado todas las principales regiones emergentes del mundo: África, América Latina, Asia y Oriente Medio. Y he de reconocer que el mundo se ve muy diferente desde la óptica de estas regiones. Es un mundo de desafíos, sin duda, pero también es un mundo de “dinamismo resistente”.
La pregunta candente es esta: ¿Cómo podemos asegurarnos de que todas las regiones crezcan vigorosamente, converjan con rapidez y logren cristalizar las aspiraciones de sus pueblos?
Para responderla tenemos que reflexionar acerca de ciertas megatendencias que están determinando el futuro. Muchos pensadores están reflexionando sobre este tema, inclusive aquí en el Foro Económico Mundial. Quisiera plantear los siguientes cuatro aspectos centrales:
Primero, una mayor necesidad de empoderar a la individuo, incluida la mujer, y un creciente sentido de que el mundo es una sola comunidad.
Segundo, una redistribución del poder político y económico en todo el mundo. Para 2025, por ejemplo, dos tercios de la población mundial vivirán en Asia. La consecuencia de esto puede ser una mayor cooperación o una mayor tensión y competencia.
Tercero, un cambio demográfico de proporciones sísmicas, ya que el aumento de la población joven en varias regiones emergentes contrasta con el envejecimiento de la población en otras regiones. Un 60% de la población en Oriente Medio y el Norte de África es menor de 30 años. En África subsahariana el porcentaje es de 70%. Una vez más, esto puede ser una gran oportunidad o una fuente de inestabilidad.
Cuarto, un aumento de la vulnerabilidad a raíz de la escasez de recursos naturales y el cambio climático, con el potencial de graves perturbaciones sociales y económicas. Esta es la verdadera incertidumbre del futuro, señaló la titular del ente financiero.
“La economía europea enfrenta graves cuestiones que es necesario abordar; entre ellas, la tarea de ahondar la unión bancaria y fiscal”
También explicó Lagarde que “Quizás la mayor integración de todas viene de Europa. Si se mira más allá de los titulares de los periódicos sobre la crisis de la zona del euro, uno ve una región que está viviendo un proceso histórico de integración. Es realmente la culminación de una búsqueda de paz y prosperidad que comenzó hace siglos, con el entendido de que dándose la mano se deponen las armas… y surgen un millón de posibilidades para beneficio mutuo.
Efectivamente, la economía europea enfrenta graves cuestiones que es necesario abordar; entre ellas, la tarea de ahondar la unión bancaria y fiscal. Pero, del otro lado del humo y la niebla llama el destino. Personalmente, soy optimista en cuanto al futuro de Europa, especialmente si se mantiene en la senda de la reforma, la integración y la renovación”.