Para evaluar, si se quiere ser medianamente serio, hay que ver números y resultados, y los de este son penosos para la gente. Con el mayor presupuesto de la historia su gestión tiene los históricos peores índices que se conozcan: récord de rapiñas y récord de homicidios. La violencia está instalada. Ser un buen ministro y tener los peores resultados es un imposible.
El Frente Amplio se acordó tarde de la inseguridad.
No creyó, por razones ideológicas, que este tema fuera prioridad. Para muchos de sus dirigentes los delincuentes son producto de una sociedad explotadora y por lo tanto son en verdad víctimas y no victimarios. Los culpables de que exista delito son los que los sufren y no los que los cometen, ese fue el razonamiento cargado de resentimiento e ideología vacía que los dirigió. Había causas sociales que justificaban el delito, y hasta no solucionarlas no se detendría la violencia.
Es tan errado el razonamiento que hoy, con una economía fuerte y con desempleo bajo, los índices de delito crecen y la sociedad vive con miedo. Hay menos pobreza y hay más delito, la hipótesis de las causas sociales se derrumbó.
Entonces en vez de encarar con seriedad el tema y no temer a ejercer la autoridad, sin ideología ni preconceptos, empieza ahora el certamen de diagnósticos seudo-inteligentes.
Cuando la ola de homicidios se disparó apareció la teoría de los “ajuste de cuentas”. Desde el gobierno se sienta el concepto: hay asesinatos de primera y de segunda. Si es por “ajuste de cuentas”, no cuentan, son menos homicidio. Bonomi y su segundo, con cara de haber descubierto la gran teoría criminalística, diagnostican y justifican su inoperancia. Llegan a decir que en verdad son menos que otros años, hacen malabarismos y sacan unos y restan otros y les da que son los mejores jerarcas desde 1830 a la fecha.
A eso se sumó Mujica que se le ha dado por hablar seguido sin la menor información técnica. Usa ejemplos deplorables fruto de la ignorancia de los temas o de la incontinencia verbal. Su gobierno es continuidad de otro del FA, en el que fue ministro. Su herencia maldita se la dejó su amigo Tabaré Vázquez.
Este tipo de violencia criminal no apareció de un día para el otro a pesar de que ahora la descubre. En el gobierno anterior que integró nada se hizo. Es insólito que en un país tan chico no se pueda obtener información mediante inteligencia policial para enfrentar esto, sin embargo se dedicaron a soltar presos y hacer teorías sociales del delito. Mucho mega operativo mediático y cero resultado. Como si fuera poco, el presidente Mujica dijo que se acabó el narcotráfico “filantrópico” (sic) como el de Escobar. El mayor asesino colombiano y narcoterrorista, ascendido a filántropo por el presidente uruguayo. Solo con mucha ignorancia se puede ofender al pueblo de Colombia que sufrió miles de muertos por esta lacra.
La violencia no es una realidad inexorable, eso es mentira. La violencia es fruto de los violentos y de los que no se animan a enfrentarlos mientras dicen pavadas.