A Roma a disculparse (por Javier García desde Montevideo)

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Javier García
Javier García
Al gobierno lo aquejó una repentina intención por visitar al Papa y para ello Mujica le pidió una entrevista donde le dará la mano y se sacará una foto con Francisco. Está bueno que así sea, es un gesto tardío, pero oportuno. Va a corregir un furibundo error que cometió el Presidente y su entorno más próximo cuando fue electo Bergoglio.
Apenas conocida la noticia que por primera vez en la historia la iglesia católica había elegido a un pontífice latinoamericano, desde el gobierno apenas salió un tímido comunicado oficial. El Papa era del barrio, obispo de Buenos Aires, toma mate y le gusta el fútbol, tiene muchos amigos uruguayos, es casi que de la casa, pero fue notorio que al gobierno no le gustaba su elección.
Algunas cosas escritas sobre él en las redes sociales aquella tarde por legisladores del FA, confirman el rechazo a su persona. Una importante legisladora frentista escribió ese día en twitter: “enorme pena por la comunidad católica. Bergoglio Papa es una vergüenza histórica después de 800 religiosos/as desaparecidos en Argentina”.
Difundieron con espanto denuncias apócrifas y fotos junto a dictadores que luego resultaron que eran trucadas. El oficialismo se afiliaba a la idea de que la iglesia había nombrado a un cómplice de desapariciones y torturadores. Mujica no fue a su asunción y envió a Astori.
Topolanski argumentó que el presidente (el mismo que ahora procura una reunión con Francisco) no viajaba porque el nuestro es un Estado laico y ellos no creen. En verdad pareció en esos días que al matrimonio presidencial lo aqueja una fe espasmódica, ya que días antes Mujica y su señora organizaron una misa en la iglesia de los Conventuales para rezar por la salud del presidente Hugo Chávez.
En pocos días la imagen del Papa Francisco empezó a circular por el mundo con fuerza y gran popularidad. Recordemos aquí el episodio de reconocimiento a Gonzalo Aemilius y su obra en el liceo Jubilar. El Papa rápidamente, para el oficialismo, pasó de ser un representante de sectores recalcitrantes de la Iglesia, a un cura popular y humilde, casi que un Papa “progresista”. De casi torturador a “compañero” Francisco.
Tan es así que Mujica le pidió una entrevista y además ya adelantó que le va a solicitar que interceda por la paz en Colombia, como si necesitara un Argentino que alguien le explique la realidad latinoamericana. Días atrás Mujica dijo que está con ganas de creer. Ese es un tema que tendrá que decidir él, es muy personal. Lo que no es personal es su papel como presidente, ahí la cosa cambia.
El Estado uruguayo es laico, y como tal no profesa religión alguna. En Uruguay cada uno puede creer en lo que quiera o no creer en nada. Fueron realmente penosas las críticas públicas y las ofensas gratuitas que desde el oficialismo irresponsablemente lanzaron y de las que después tuvieron que callar cuando organizaciones defensoras de los derechos humanos y referentes en la materia salieron a defenderlo.
Las excusas ridículas para no concurrir a su asunción caen por su peso, ahora que presurosos procuran sacarse una foto con quien en su momento ensuciaron. No hay que mezclar la fe con la política ni con el Estado, simplemente hay que tener claro que ser presidente de un Estado laico implica tener respeto y aceptar las ideas y las creencias de los demás y no caer en manijas de las que después hay que arrepentirse.
Javier García (El País digital)