El estudio fue presentado en la Conferencia Internacional sobre los Bosques para Seguridad Alimentaria y Nutricional que se celebra en Roma hasta el miércoles.
Según el texto, los insectos forman parte de las dietas tradicionales de al menos 2.000 millones de personas. Su recolección y cría pueden generar empleos e ingresos en efectivo, sobre todo a nivel familiar.
Con cerca de un millón de especies conocidas, los insectos representan más de la mitad de todos los organismos vivos clasificados hasta ahora en el planeta.
La investigación afirma que los seres humanos consumen en el mundo más de 1.900 especies. Los más degustados son los escarabajos, las orugas, las abejas y las hormigas, los saltamontes, las langostas y los grillos.
Muchos insectos son ricos en proteínas y grasas buenas y tienen un elevado contenido en calcio, hierro y zinc. La carne de vacuno tiene un contenido de hierro de 6 miligramos por 100 gramos de peso, mientras que el contenido en hierro de las langostas varía entre 8 y 20 mg por 100 g de peso en seco.
Los productos forestales son esenciales en la lucha contra el hambre, insectos incluidos
Los bosques, los árboles en las explotaciones agrícolas y los sistemas agroforestales son fundamentales en la lucha contra el hambre y deben estar mejor integrados en las políticas de seguridad alimentaria y de uso del suelo, afirmó el Director General de FAO, José Graziano da Silva, en la Conferencia Internacional sobre los Bosques para Seguridad Alimentaria y Nutricional que se celebra en Roma (13-15 de mayo).
“Los bosques contribuyen al sustento de más de mil millones de personas, incluyendo muchas de las más necesitadas del mundo. Los bosques proporcionan alimentos, combustible para cocinar, forraje para los animales e ingresos para comprar comida”, explicó Graziano da Silva.
“Los animales silvestres y los insectos –dijo- son a menudo la principal fuente de proteínas para la población en las zonas forestales, mientras que hojas, semillas, hongos, miel y frutas proporcionan minerales y vitaminas, garantizando una dieta nutritiva”.
“Pero los bosques y los sistemas agroforestales son rara vez tenidos en cuenta en las políticas de seguridad alimentaria y de uso de la tierra. A menudo, la población rural no tienen derechos de acceso seguro a los bosques y árboles, poniendo su seguridad alimentaria en peligro. La importante contribución que los bosques pueden hacer a la seguridad alimentaria y la nutrición de la población rural debe ser mejor reconocida”, añadió el responsable de la FAO.
Un recurso desperdiciado
Los insectos son una fuente importante y fácilmente accesible de alimentos nutritivos y ricos en proteínas que se encuentra en los bosques, según afirma un nuevo estudio presentado por la FAO en Conferencia Internacional sobre los Bosques para la Seguridad Alimentaria y Nutricional. Se calcula que los insectos forman parte de las dietas tradicionales de al menos 2 000 millones de personas. La recolección y cría de insectos pueden generar empleos e ingresos en efectivo, hasta ahora sobre todo a nivel familiar, pero también potencialmente a nivel industrial.
Una asombrosa variedad
Con cerca de un millón de especies conocidas, los insectos representan más de la mitad de todos los organismos vivos clasificados hasta ahora en el planeta.
Según la investigación de la FAO -realizada en colaboración con la Universidad de Wageningen (Países Bajos)-, los seres humanos consumen en el mundo más de 1 900 especies de insectos. A nivel mundial, los más consumidos son: escarabajos (31 por ciento), orugas (18 por ciento), abejas, avispas y hormigas (14 por ciento), y saltamontes, langostas y grillos (13 por ciento). Muchos insectos son ricos en proteínas y grasas buenas y tienen un elevado contenido en calcio, hierro y zinc. La carne de vacuno tiene un contenido de hierro de 6 mg por 100 g de peso en seco, mientras que el contenido en hierro de las langostas varía entre 8 y 20 mg por 100 g de peso en seco, dependiendo de la especie y el tipo de alimentos que los propios insectos consumen.
Primeros pasos para los aprensivos
“No estamos diciendo que la gente debe comer bichos”, subrayó Eva Muller, Directora de la División de Economía, Políticas y Productos Forestales de la FAO, y coautora del informe “Insectos comestibles: perspectivas de futuro para la seguridad alimentaria y alimentación para el ganado”.
“Lo que decimos es que los insectos son sólo uno de los recursos que brindan los bosques, y que se encuentra prácticamente por explotar su potencial como alimento, y sobre todo, como pienso”, explicó Muller.
Criar insectos de forma sostenible puede ayudar a evitar la sobreexplotación forestal. Algunas especies, como el gusano de la harina, ya se producen a nivel comercial, ya que se utilizan en como alimentos para mascotas, en los zoológicos y en la pesca recreativa. Si la producción estuviera a ser más automatizada, se podrían bajar los costes a un nivel en el que la industria se beneficiaría de la sustitución de harina de pescado, por ejemplo, con harina de insectos en la alimentación del ganado. La ventaja sería un aumento del suministro de pescado para el consumo humano.
Crecer con menos
Debido a que son de sangre fría, los insectos no utilizan energía alimentaria para mantener la temperatura corporal. En promedio, los insectos utilizan sólo 2 kg de pienso para producir 1 kilo de carne de insectos. En el otro extremo del espectro, una vaca requiere 8 kg de pienso para producir 1 kg de carne de vacuno.
Además, los insectos producen una reducida cantidad de emisiones como metano, amoníaco, gases de efecto invernadero –que originan el calentamiento climático- y de estiércol, todo lo cual contamina el medio ambiente. De hecho, los insectos pueden ser utilizados para descomponer los desechos, ayudando en los procesos de compostaje que devuelven los nutrientes a la tierra a la vez que reducen los malos olores.