Ya se han sobrepasado los límites de la tolerancia; hoy el teléfono móvil ha enfermado a miles, a millones de personas que no pueden desprenderse de esa adicción que les obliga a actuar compulsivamente en torno a ese ya infernal aparato.
El móvil o celular-según la denominación que recibe en diferentes países-ha dominado a un gran cantidad de seres humanos a lo largo y ancho del planeta Tierra, transformándoles en esclavos que como autómatas van por la vida pegados al siniestro aparatejo.
Ya no hay vida privada para nadie; en una confiteria, en un medio de transporte o en cualquier otro lugar público uno puede enterarse, sin quererlo, de la vida, obra y milagros de su ocasional vecino.
Están los que hablan a los gritos y uno se entera si le pusieron el supositorio a Ricardito a la hora indicada; si la comida se le ha quemado en el horno a Conchi, por dejarla cinco minutos más de lo que indicaba la receta culinaria, o las desventuras de Paco porque su mujer le dejó por otro hombre más joven; “Te he dicho mil veces que esa mujer te engañaba y tú no me creías”, apunta el amigo solidario y gritón y todos nos enteramos de las desdichas de Paco y así, una inimaginable e interminable serie de situaciones cuyo protagonista es el teléfono móvil.
Los irrespetuosos de siempre
Pero ya habría que poner un límite para situaciones que terminan perjudicando al prójimo y eso debe realizarse en forma urgente, pues afecta la vida de personas que sufren el acoso de quienes están dominados por el móvil.
Como simple ejemplo vale comentar lo que los medios de prensa españoles han publicado en las últimas horas: El periódico ABC relata que durante la función de este sábado de la obra teatral «A cielo abierto» en el Teatro Calderón de Valladolid, protagonizada por José María Pou y Nathalie Poza, ambos actores estaban interpretando la escena cumbre del texto de David Hare, cuando el énesimo sonido de un móvil rompía la magia de lo que estaba sucediendo en el escenario.
La crónica señala que José María Pou, detuvo la representación y dirigiéndose al público dijo «por qué tenemos que aguantar esto», mientras su compañera Nathalie, parecía llorar de pie con la cabeza oculta entre los brazos.
Los espectadores irrumpieron en aplausos a los actores en respaldo a su trabajo que debió interrumpirse por unos desubicados que en nada les importa el derecho de los demás.
Ya nada los inhibe, hasta uno de los espectadores se atrevió a contestar en voz alta en medio del espectáculo y se llevó la reprobación de todos. Una señora presente recibió una llamada y se levantó de su butaca -imaginen las cosas que le dijeron los otros integrantes del público. salió de la sala y al poco tiempo regresó a sentarse como si nada hubiera ocurrido.
Según se pudo saber algunos de esos espectadores estaban de servicio. Muy bien pero que coloquen el aparato en silencio con vibrador o sencillamente si están de guardia que no vayan al teatro o al cine a molestar a los demás. (Los que comen palomitas y hot dog, son otro caso que ya comentaremos en otra oportunidad).
A todo esto uno se pregunta: ¿Qué hacían antes cuando no existía el teléfono movil?
El movil a llegado para hacer nuestra vida mas comoda pero algunos tienden a perder el respeto ante los demas con el mal uso del móvil, hay que tener educación para manejar nuestros moviles.
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