Historias olvidadas: la etapa del dueño de Buquebus en Nueva Zelanda

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Como narrábamos en el artículo anterior sobre el fracaso de los intentos del dueño de Buquebus de incursionar con sus barcos en el mercado estadounidense, en La Florida; ahora vamos a contar otra experiencia negativa que tuvo en Nueva Zelanda con un buque rápido y que le hizo desistir de navegar por el turbulento estrecho de Cook.
Una nueva embarcación del empresario argentino tuvo -entre 1994-1995- una accidentada experiencia en Nueva Zelanda, donde López Mena llevó su barco rápido Albayzin, un buque con casco de aluminio fabricado en España en 1994.
El naviero conformó la sociedad Sea Shuttles NZ Ltd. con el empresario neozelandés Brooke McKenzie y otros accionistas minoritarios. López estuvo acompañado, en esa etapa, por su hijo Juan Patricio.
Tenía el control de la compañía, con el 60% de las acciones, y luego de varios enfrentamientos entre los socios, en febrero de 1995, López Mena anunció que compraría el resto del paquete accionario para obtener el control total. Afirmaba que estaba comprometido con el éxito de este proyecto, y por tanto había accedido a comprar los intereses de las minorías.
A los reiterados problemas técnicos que tuvo en navegación el Albayzin, se sumaban las denuncias de contaminación ambiental que producían los buques rápidos.
Grupos de defensa del medio ambiente alertaban sobre que estas embarcaciones rápidas destruían los cultivos de salmón y mejillones, y porque arrasaban con las granjas de cangrejos. También se les acusaba de la extracción de la arena de las playas y de provocar daños en instalaciones construidas cerca del agua.
El “Cometa vómito”
Los pasajeros se quejaban, además, por el zarandeo incesante de la nave en plena navegación.
El estrecho de Cook, por donde se desplazaba el Albayzin en sus travesías entre los puertos de Wellington y Picton en Nueva Zelanda, se caracteriza por sus aguas bravías, peligrosas y con fuertes corrientes.
Los viajeros se mareaban, vomitaban y finalmente llegaban a destino en precarias condiciones físicas. Algunos de estos buques rápidos -incluido el Albayzin– recibieron un apodo nada halagüeño en Nueva Zelanda: el “Cometa Vómito”, por el resultado que provocaban en los pasajeros los incesantes zarandeos en las travesías.
Por los problemas técnicos y por las protestas referidas a las condiciones en que se viajaba, el Albayzin canceló sus frecuencias, a lo que debería añadirse la fuerte competencia de otra empresa naviera, Tranzrail, que incorporó inmediatamente barcos rápidos en las mismas frecuencias.
En esa etapa, según se conoce, el plantel de empleados de Sea Shuttles NZ Ltd. estaba conformado por ochenta personas.
En abril de 1995, las diferencias entre Brooke McKenzie y López Mena, por problemas de la empresa, eran evidentes.
En ese mismo mes el naviero argentino, un día después de comunicarles a sus funcionarios que los puestos de trabajo estaban asegurados, fueron despedidos. Lo grave para los trabajadores de la empresa era que no tenían derecho a reclamo alguno.
“Todos se encontraban con contratos individuales sin ninguna previsión por despido —señaló el presidente del sindicato marítimo, Dave Morgan; el sindicato ha estado tratando de negociar un contrato colectivo para 26 tripulantes de cabina y personal de cubierta”.
El Albayzin (con sus problemas técnicos de navegación) estaba fondeado en el puerto de Wellington. Este hecho, y los comentarios de la prensa y los pasajeros sobre las malas condiciones de los viajes, hicieron que se abandonaran las travesías.
En la publicación NZ History, luego de los fracasados viajes del buque Albayzin en Nueva Zelanda, se mostraba una publicidad gráfica de la empresa naviera de López Mena y se hacía un comentario sobre el confort, el lujo y la rapidez del servicio que anunciaba, pero que contrastaba con la realidad.

“El doble de confort, el doble de lujo, el doble de velocidad… y el doble de frustración”, agregaba la crónica neozelandesa, señalando los problemas mecánicos del Albayzin y el desenfrenado movimiento del buque, que hacían insoportable el viaje por aguas del turbulento estrecho de Cook.
Los socios de Nueva Zelanda amenazaron con llevar ante los estrados judiciales al dueño de Buquebus por presunto incumplimiento de los acuerdos.
El monocasco Albayzin fue destinado a navegar por aguas algo más tranquilas y menos turbulentas; pasó en ese tiempo a cubrir la línea entre Colonia y Buenos Aires por el Río de la Plata. El “Cometa Vómito” parecía haber quedado en el pasado, un pasado del que no se habla.
Extractado del libro: López Mena, el zar del Río de la Plata, de Raúl Vallarino (editorial Planeta, 2009)