Por José Luis Rondán
Fotos: María Pilar Mouco
Después de haber estado en el interior del mítico templo y con nuestros sentidos embriagados aun de aquel ambiente sacro, infinitamente seductor al espíritu sensible y predispuesto a dejarse tentar por la posibilidad de que esos espíritus que le habitan se acerquen a conversar con quien habiendo golpeado a sus puertas, aguarda por una respuesta, nos dirigimos, saliendo a la vereda, a un predio lindero, a fin de acceder a la parte exterior de la iglesia, donde se están realizando también acabados trabajos de albañilería a fin de preservar, aparte de la estructura edilicia, la obra del interior.
Primero fuimos hasta un galponcito avenido en oficina donde el arquitecto Pablo PAUL, como expresara en mi anterior entrega acerca de esta tan trascendente restauración, es el director de la obra y trabaja en ella desde hace diez años, sitio donde nos mostró los azulejos con los cuales se estaba revistiendo el chapitel campaniforme del templo, (la cúpula).
Nos explicaba que el revestimiento original estaba constituido con Pai de Calais, cerámicas vidriadas, también llamadas ladrillos azulejos, provenientes de la zona de idéntico nombre, ubicada en el Norte de Francia, en la villa de Desvres, en el Departamento de Pai de Calais del cual adopta la denominación.
Para el revestimiento de dicha construcción y con el fin de dejarla tal cual se veía en los años de construcción del templo, aparte de una minuciosa investigación a través de documentos y fotos antiguas, fueron mandados a fabricar por artesanos argentinos, dichos azulejos, en diferentes tonos de azul, quienes uno a uno, fueron conformando los más o menos 18.000 que se requirieron para remozar toda la superficie, aparte de una cantidad considerable para eventuales reposiciones.
El estar sobre aquella antiquísima azotea y poder apreciar el trabajo acabado de toda la superficie, la forma en como fueron colocados los azulejos y percibir los trucos realizados por los experimentados albañiles para que desde abajo se perciba la uniformidad de la magnífica cúpula, nos dice de la dedicación para la obra, nos dice del alto sentido de responsabilidad y amor por lo que se hace, más allá de que sea esta tarea con la cual ponen un plato de comida sobre la mesa.
PAUL denotaba en cada cosa que nos relataba respecto a la historia de este templo, a los trabajos tanto interiores como exteriores que se estaban realizando, etc. su verdadera devoción hacía lo que el mismo representa, para él y para la comunidad creyente.
Ese chico creció como criollo y se marchó a Inglaterra ya mayor.
También nos comentó con gran entusiasmo que después de haber estado cerrada la iglesia durante muchos años, (uno de los motivos de su acentuado deterioro), el día que se reabrió, el entonces obispo de Buenos Aires, hoy Papa Francisco, golpeó con su báculo tres veces a las puertas del templo y él fue el encargado de abrir las puertas para el ingreso del mismo junto a una enorme precesión de fieles que le acompañaban. Fue ese un día de gran emoción, aseveró, agregando que ojalá el Papa, al visitar Argentina el año entrante, según ha prometido, vuelva a golpear las puertas de este templo, el cual seguramente lo esperará remozado.
Respecto a los trabajos abordados en el interior, donde él como Director también tiene responsabilidades, nos comentaba que al iniciar los trabajos, se encontraron con partes muy deterioradas, con partes del edificio quemadas, casi derruidas, señalando unos frisos donde pueden leerse unas frases adjudicadas al Árcangel Miguel y que debieron indagar, buscar, hurgar para poder reconstruirlas adecuadamente, ya que antes, cuando entraban los feligreses solían llevarse de recuerdo muchas partes que debilitadas, solían caer al piso.
Es de destacar en esta nota la permanente presencia del Presbítero Ricardo DOTRO, quien como representante de la Iglesia y también responsable del lugar, el que, junto al arquitecto Pablo PAUL, se constituyeron en destacadísimos guías, nos explicó los elementos representados en las magníficas obras de Ferrari, que poco a poco parecían desperezarse para volver a la vida, bajo la tutela dedicada de LANCELLOTTI y las amorosas manos de su equipo de jóvenes artistas.
-Allí vemos al Papa San Gregorio Magno, quien ante una peste que asolaba Roma, pidió a San Miguel su asistencia, presentándose éste sobre el mausoleo de Adriano. – Vemos allí la extensa procesión, los enfermos, la muerte, la eucaristía bajo palio…Más allá la imagen de San Miguel, con su espada en la mano derecha y en la izquierda una balanza, y junto a él la leyenda en Latín, “Quien es como Dios”, debajo un grupo de ángeles anuncian el Juicio.
-En la cúpula podemos apreciar un arco con cuatro triángulos donde el artista representó las cuatro virtudes, La Justicia, La Templanza, La Fortaleza y La Prudencia; todas con sus ropajes y símbolos representativos. – Más allá vemos los vicios, y apreciaremos que en cada imagen donde la figura aparece sobre un piso, éste constituye el piso de la iglesia de San Miguel.
-Más allá podremos ver al hombre y la mujer en la niñez y en la ancianidad, después los apóstoles y los profetas y sobre el medio, aun sin restaurar, al Papa Pio X, quien dirigió la Iglesia desde 1910 al 1914, que fue quien instituyó la eucaristía para los chicos cuando empezaban a tener uso de razón, por eso vemos a niños tomando la comunión.
Las explicaciones siguieron durante algunos momentos más, y mientras iban derivando, me puse a pensar el porqué de esta nota, el porqué de viajar desde Montevideo hasta Buenos Aires, nada más ni nada menos que para ver en el lugar una tarea significativa, no sólo para los feligreses, sino para aquellos que amamos la historia y sabemos que de su mano, el arte sublimado discurre por los callejones del tiempo hasta llegar a nosotros, a ustedes.
En estos tiempos que nos ha tocado vivir, donde la gente dice no creer en nada y en nada se apoya o se sustenta, y termina creyendo, apoyándose y sustentándose en cualquier cosa, el ver el esfuerzo mancomunado de la Iglesia, de la Universidad Nacional de San Martín, del Gobierno de Buenos Aires, de muchos anónimos cristianos, y el esfuerzo y compromiso de los profesionales involucrados, me hace pensar que este cometido habrá de trascender a la mera preservación de un bien mueble histórico y sacro, llamando la atención de aquellos que creyendo o no, sepan que allí, entre los muros altos y grises de bloques, hierro y vidrio, entre el bullicio de una enloquecida urbe, entre el smog, los automóviles y la oquedad del que no encuentra en ninguna parte, existe un rincón para el recogimiento, para el aquietamiento, para la contemplación y por ende, para el auto encuentro y para el encuentro con Dios.