Alejandro Casona: la fantasía poética, a 50 años de su muerte

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La vieja casona de Besullo en Cangas del Narcea, destruida en un incendio en 2006 (Foto de Icn Diario)
La vieja casona de Besullo en Cangas del Narcea, destruida en un incendio en 2006 (Foto de ICN Diario)
Por Daniela Arismendes.- El pasado 17 de septiembre se cumplió medio siglo de la desaparición física del maestro, escritor, dramaturgo y traductor Alejandro Casona.
A lo largo de sus años de vida redactó más de 29 guiones de película, basados en obras propias y ajenas. Autor de biografías; traductor de autores clásicos y modernos; ensayos y prólogos no escaparon a sus manos sedientas de tinta.
Alejandro Rodríguez Álvarez (quien adoptara el seudónimo Casona en alusión a la finca más grande del pueblo, la casa de los siete balcones) nació en Besullo – Cangas del Narcea, Asturias, el 23 de marzo de 1903 y su muerte se produjo en Madrid en el año 1965, aquejado de Fiebre reumática.
Debido a los constantes traslados, por motivos laborales de sus padres, el joven Casona termina sus estudios secundarios en Murcia y es aquí donde inicia su formación literaria, poética y teatral. Pero la consolidación de sus inclinaciones literarias y cristalización de sus primeras publicaciones fue en Madrid entre 1922 y 1928, donde realizó sus estudios magisteriales, amalgamando su amor y vocación por la docencia y la escritura.
Hijo de padres maestros siguió el mismo camino de la pedagogía; consagrándose en la docencia en el Valle de Arán, al ser nombrado inspector de enseñanza primaria en 1928. Allí fundó el teatro infantil “El Pájaro Pinto” y en 1933 se le asignó el cargo de director del Teatro del Pueblo.
Durante ese año recibe el Premio Lope de Vega del Ayuntamiento de Madrid por “La sirena varada”. Posteriormente estrenada por Margarita Xirgu, la obra se convertiría en la más conocida del teatro español dentro y fuera de España. La crítica de la época consideró a Casona como el único capaz de “levantar el arte teatral español del letargo en el que yace”, con la obra premiada como exponente de ello al percibir una poesía nueva, sincera, delicada, de trama bellísima: un canto a la vida.
Cuando en 1935 escribe “Nuestra Natacha” no tiene la misma suerte con Xirgu; la obra fue escrita y pensada para que la reconocida actriz la representara, pero debido a los celos de su amigo y célebre literato Federico García Lorca, es que decide no incorporar la pieza a su repertorio.
A contracara de las otras obras de Casona, “Nuestra Natacha” es la obra más personal y la más autobiográfica. La vida de su madre y sus ideas progresistas, defensora de los derechos de la mujer, ha influido en su hijo manifestándose en “Nuestra Natacha”. La obra se convirtió rápidamente en un símbolo de la reciente proclamada República por su identificación con las ideas culturales y pedagógicas que allí se vierten, convirtiéndolo en un autor “comprometido”.
En 1937 durante la Guerra Civil Española acepta el ofrecimiento de emprender una gira como director artístico por América, para finalmente exiliarse durante 25 años en Argentina siguiendo los pasos de varios amigos y pares de la cultura como fueron Margarita Xirgu y Rafael Alberti compartiendo intereses literarios como también largos veranos en Punta del este, Uruguay.
En el hemisferio sur fue que logró el éxito de su obra “Los árboles mueren de pie”, que se estrenó en 1949 en Buenos Aires y se mantuvo en cartelera durante tres años.
Al exiliarse su obra se apoya en lo que es “permanente y universal en el hombre (…) Tenía que escribir el teatro del amor, odio y venganza (…)” en palabras del propio Casona.
Sus comienzos se inscriben en el Modernismo y formó parte de la llamada generación del 27, en sus primeras obras se destacan: su fantasía y la atmósfera poética con un lenguaje expresivo, preciso y vivo.
En el autoexilio escribe: “La dama del alba” (1944) obra que estrenó por primera vez en España en 1962; “La barca sin pescador” (1945); “Los árboles mueren de pies” (1949); “Corona de amor y muerte” (1955); “La casa de los siete balcones” (1957).
Recurrentemente utiliza en estas obras personajes arquetípicos como son: la Sirena, la Muerte o la Santa; y sobrenaturales como las apariciones y resurrecciones. La académica Patricia O´Connor explica que con ello constituye la búsqueda de una realidad más profunda más trascendente y más completa que la superficial, inmediata y pasajera. Combinando la realidad física con la espiritual e indaga en lo enigmático eterno y lo maravilloso universal. Los misterios poetizados que definen el discurso teatral forman parte de su universalidad y le ayudaron a seguir triunfando en otro continente.
Así quedó la Casa de los siete balcones en Besullo, luego del incendio. ICN Diario visitó el lugar.
Así quedó la Casa de los siete balcones en Besullo, luego del incendio. ICN Diario visitó el lugar.

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