El fin del populismo en América Latina

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América Latina vive hoy un momento de transición tanto a nivel económico como político. En primer lugar, la época de prosperidad marcada por el sólido crecimiento económico sustentado en el alza de los precios de los productos básicos, que fue acompañado por importantes avances sociales durante la última década, ha llegado claramente a su fin. Por otro lado, países con largos gobiernos populistas, como Argentina y Venezuela, han perdido el apoyo del pueblo. En 2016, la caída por un juicio político a la presidente de Brasil, Dilma Rousseff, siguió marcando el camino.
Este nuevo escenario ha llevado a preguntarnos si el populismo y el llamado socialismo del Siglo XXI enarbolado primero por la Venezuela de Hugo Chávez y luego por países como Ecuador y Bolivia— han fracasado frente a los desafíos de desarrollo de la región.
La Argentina ha acabado con 12 años de kirchnerismo, primero de Néstor Kirchner y luego de Cristina Fernández de Kirchner, con la victoria electoral del candidato de la coalición electoral CAMBIEMOS (centroderecha) Mauricio Macri.
En Venezuela el chavismo de Nicolás Maduro ha perdido elecciones después de la llegada de Hugo Chávez al poder en 1999 y la heredera política del ex presidente Luiz Inácio Lula Da Silva, Dilma Rousseff, fue pasible de un juicio político y destituida de su cargo.
Estos tres ejemplos nos dicen claramente que en estos tres países se ha puesto de manifiesto que los gobiernos populistas no han podido resistir el cambio de ciclo económico. Esto ha estado acompañado, de procesos de corrupción verdaderamente importantes, que cuando ha soplado el viento de cola no han hecho demasiada mella en estos gobiernos, pero en cuanto la situación económica ha cambiado, el descontento popular ha crecido vertiginosamente. Cuando las políticas sociales han estado fluyendo todo ha ido bien, pero cuando ha empezado a haber problemas para mantener estos niveles de gasto, sobre todo cuando la situación económica se ha deteriorado, la población ya no ha estado dispuesta a seguir manteniendo ese contrato social. Es lo que sucede hoy en Venezuela, Argentina y Brasil.
Ningún tipo de populismo es bueno para un país y su pueblo, ya sea de derechas o de izquierdas, pero mucho menos las formas de populismo empleadas en Argentina, Venezuela, Brasil, Bolivia, Nicaragua, Cuba o Ecuador, ya que no se tratan “solo de simples gobiernos populistas de izquierdas, son intervencionistas y en algunos casos dictatoriales, donde prevalecen las voluntades de los gobernantes y no las leyes en vigor”. Tanto es así, “que en estos últimos años estos países se fueron acercando más a Rusia o China, por la manera de pensar de sus gobernantes, y se distanciaron de Estados Unidos o Europa”.
El panorama actualmente empezó a cambiar en estos últimos años, sobre todo a raíz de la victoria de Macri y la caída de Dilma Rousseff. Estos hechos parecen que traen otra vez el equilibrio de fuerzas de izquierdas y de derechas en la región, pero lo más importante es que los populismos deberán desaparecer en la mayoría de los países por las secuelas que han traído al pueblo. Hay datos del Banco Mundial que nos marcan que en los regímenes populistas de izquierda y teóricamente pro-pueblo de América Latina, aún existen 130 millones de personas consideradas crónicamente pobres, marcando que el modelo basado en un gasto social sin límite y en políticas clientelares se ha agotado.
Entonces podemos afirmar que los gobiernos populistas de más de una década de duración en estos tres países han supuesto un deterioro actual de sus economías, en que los gastos gubernamentales, las deudas externas o la inflación han aumentado sustancialmente en todos ellos. Este escenario repercute en gran parte de la región.
El escenario que se ha presentado últimamente en varios países de la región como Perú, Chile, Colombia, Brasil, Paraguay y Argentina hacen venturar un nuevo camino democrático en la región y presionando también al gobierno de Uruguay.
Los expertos aconsejan seguir muy atentamente a los posibles cambios de Gobierno durante los próximos meses, incluyendo los pasos que se den para el deshielo de las relaciones entre Cuba y EEUU, así cómo atender a los movimientos que haga Mauricio Macri, que viene teniendo un gran protagonismo a nivel de la OEA con el caso de Venezuela por ejemplo. Igualmente todavía quedan bastiones como el gobierno uruguayo el cual se ve cansado de las políticas aplicadas y sin rumbo fijo con un crecimiento de la oposición, lo cual dejaría entrever una puerta al cambio en el orden de los mismos vientos que soplan por el plata. La victoria de Cambiemos en la argentina reafirmando el camino marcado por Macri dejando atrás al Kirchnerismo da claramente una visión de que el pueblo argentino no quiere volver a la época anterior. Este panorama avizora cambios en el mapa de la región lo cual a las claras dice que las recetas populistas han llegado a su fin. Esperemos sea así.
Jorge Basur