Las cosas por su nombre, algunas de las autoridades del gobierno belga no ocultan su simpatía por el proceso del separatismo catalán y el propio viceprimer ministro de Bélgica, Jan Jambon, es un claro ejemplo de ello.
Jambon es un nacionalista flamenco, integrante del separatista N-VA –una de las tres fuerzas flamencas que sostiene en el gobierno al actual primer ministro, Charles Michel.
Pero Jambon- demasiado fanatizado- no reconoce delito en el ilegal referéndum catalán realizado en contra de la Constitución española y señala: “Y ahora el Gobierno español actuará en el lugar de un gobierno elegido democráticamente, cuyos miembros están encarcelados… ¿Qué han hecho mal? Simplemente aplican el mandato que recibieron de sus electores”.
Pidió a la comunidad internacional que vigile a España para que el fugado Puigdemont reciba un trato justo.
Pero después la fiscalía de Bruselas confirma que el juez de instrucción recibió la declaración de los huidos, cuya captura y extradición es solicitada por la Justicia española y les dejó en libertad con débiles requerimientos como:
Prohibición de abandonar el territorio belga sin el acuerdo del juez de instrucción;
Residir en una dirección fija
Concurrir personalmente a todos los procedimientos o citaciones de autoridades judiciales y policiales;
Y se les cita a presentarse a los cinco fugados frente a la Cámara del Consejo de Bruselas dentro de 15 días.
El gobierno belga no hace lo que correspondería en estos casos, que sería evitar -mientras dure el proceso- que los involucrados hagan campaña política desde territorio extranjero como Puigdemont lo viene haciendo descaradamente.
La paradoja: Los independentistas catalanes tan enemigos de las monarquías, terminaron escondidos en el Reino de Bélgica.
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