Que Antoine Griezmann es un buen tipo no caben dudas y si algo faltaba para demostrarlo lo hizo en el partido entre la selección de Francia y la de Uruguay, cuando en el minuto 60, convirtió un gol que no gritó ni festejó por respeto a sus compañeros uruguayos que juegan con él en el Atlético de Madrid.
En este mundo del fútbol resulta extraño que un jugador no festeje una conquista y su actitud ya da la vuelta al mundo.
En la zona mixta, finalizado el partido, el francés explicó porque no gritó su gol: “Por respeto a los uruguayos que, como he dicho antes, me dieron mucho, me enseñaron los primeros pasos, buenos y malos. Las malas cosas que había en este deporte”, aseveró Griezmann. “Les debo mucho, y también porque tengo muchos amigos uruguayos” y agregó: “Es difícil controlar la emoción, era un partido muy emocional para mí, enfrente tenía amigos. No quería gritar el gol y tampoco me vino. Después, cuando pitó el árbitro el final, tampoco tenía esas ganas de celebrarlo”, aseguró.
Su cariño por Uruguay se remonta a cuando era un juvenil y llegó a España donde conoció y se hizo amigo de los uruguayos Carlos Bueno, Diego Ifran, Chori Castro y ahora juega con Diego Godín y Josema Giménez. También, al principio tuvo como entrenador a Martín Lasarte.
Aprendió a tomar mate y hoy no se separa de esa infusión. Le gusta el dulce de leche y se hizo hincha de Peñarol y su amigo Godín es el padrino de su hija.
Cuando le preguntan no duda en responder que se siente uruguayo y anuncia que en diciembre irá a conocer Uruguay, el país que tanto quiere.
No quedan dudas que Antoine Griezmann es un campeón como ser humano y futbolista.
