El 27 de enero de 1972, en democracia, un comando del MLN-Tupamaros ejecutó al jefe de seguridad del penal de Punta Carretas, Inspector de 2ª clase Rodolfo Leoncino, por el hecho de ejercer un férreo control de los movimientos de los terroristas presos dentro de la cárcel, algo que molestaba a los tupamaros. Los guerrilleros no lo acusaban de malos tratos a los presos, el problema era que Leoncino fue un funcionario incorruptible, que no aceptaba los sobornos con los que pretendían obtener beneficios dentro del penal.
En esa fecha, Leoncino fue acribillado a balazos en una parada de ómnibus, mientras aguardaba el transporte público para dirigirse a su trabajo. Según informaba el diario Acción, esa mañana, un grupo de subversivos le tendió una sangrienta emboscada a menos de una cuadra de su casa en el barrio Jardines del Hipódromo. Tres sorpresivos disparos hirieron mortalmente al funcionario, que falleció 40 minutos después en el Hospital Pasteur, donde los médicos se disponían a practicarle una delicada intervención quirúrgica.
Al día siguiente el diario El País, ampliaba la información sobre el asesinato que ocurrió a la hora 6,50 de la mañana.
“Derribado por el primer balazo, el agredido fue alevosamente rematado por varios disparos más cuando se hallaba en el suelo y un instante después los criminales se perdían de vista a vertiginosa velocidad en un automóvil que con ese objeto habían robado horas antes”.
El mismo periódico hacía una semblanza del policía abatido: “El desdichado funcionario, que vivía con su esposa en una humilde casilla levantada en un predio de la calle Tiber, había construido al lado, con mil sacrificios, una modesta finca que no llegaría a estrenar. La casa, sin embargo, fue habilitada ayer, luego del hecho, para que en ella se velaran sus restos mortales”.
Según las investigaciones posteriores, el comando tupamaro estaba integrado por cuatro subversivos. Para perpetrar el crimen se utilizaron un revólver calibre 38 y dos armas automáticas -diferentes – calibre 45.
La prensa destacaba que Leoncino era un funcionario insobornable y que dentro del penal había desechado “ofrecimientos” por parte de los guerrilleros y que además se aplicó en sus funciones para que se cumpliera fielmente el estatuto carcelario.
Su intransigencia a doblegarse al estilo de vida que los tupamaros presos querían imponer dentro del penal, marcó su destino.
El País informaba en esos días que la negativa del policía a transar con los sediciosos, “motivó la fobia de los extremistas. Y fue así que comenzaron a llegarle las amenazas. Ya fuera telefónicas o por cartas”. Incluso un día dos jóvenes llegaron hasta su casa y fueron atendidos por el propio Leoncino, allí los sujetos mostraron una botella con una bebida alcohólica, que dijeron era un regalo, pero pronto exhibieron armas de fuego. El policía se trabó en lucha con los atacantes que rápidamente se dieron a la fuga, sin llegar a consumar el atentado.
Ante esto, Rodolfo Leoncino pidió una custodia que naturalmente le fue concedida. Durante dos meses su casa fue fuertemente vigilada por grupos policiales y durante un mes un vehículo patrullero le llevaba y traía del trabajo en la penitenciaria.
Pocos días antes del atentado donde perdiera la vida, Leoncino pidió que le retiraran la custodia, porque la consideraba sin sentido.
Sobre el jefe de seguridad del penal de Punta Carretas abatido por los tupamaros, el entonces Director de Institutos Penales, comisario Alejandro Otero, expresó a los medios de prensa, dejando bien en claro que en realidad, lo único que hacía Leoncino, era cumplir como corresponde con las funciones que se le encomendaron y su comportamiento dentro del establecimiento no contradecía para nada lo establecido en los estatutos carcelarios. “Todo lo contrario-expresó Otero- Leoncino era un funcionario ejemplar”.
Tratando de minimizar el hecho
Un artículo publicado en Montevideo Portal el 22.09.2009 revela que:
Consultado por radio El Espectador, Eduardo Bonomi, reconoció su responsabilidad política en el hecho pero aclaró que fue procesado “por declaraciones extraídas bajo tortura a otros compañeros”.
Bonomi aclaró que, a recomendación de su abogado, él aceptó el hecho, “después de estar 5 meses en el 13 de Infantería”, agregando que lo que ocurrió es “parecido” a lo que dice Heber, pero “para nada igual”.
El ex ministro de Trabajo subrayó que hubo un acuerdo en el Movimiento de Liberación Nacional por el que todos se hacen responsables políticamente, no materialmente, de los actos realizados por la organización.
Para Bonomi su responsabilidad política en el hecho no le impide asumir como ministro del Interior en un gobierno frenteamplista, cargo para el que fue señalado por Mujica, como uno de los principales candidatos.
Acto por Leoncino

En un acto de homenaje se recordó este 27 de enero de 2022, la fecha del asesinato del funcionario policial que cayó bajo las balas del MLN, por el hecho de no doblegarse ante las exigencias de los tupamaros presos.
El inspector (r) Enrique Navas junto a familiares de víctimas del terrorismo de los tupamaros, la asociación “Toda la verdad”, recordó este sangriento hecho y dijo que Leoncino: “No era un “oligarca” ni un odiado “capitalista”, como adoctrinan las izquierdas marxistas, sino un Oficial de Policía penitenciaria duro, honesto y muy firme en el cumplimiento de su deber. Como otros héroes que deberían ser referentes para el personal hoy día, su nombre sigue desconocido totalmente a las nuevas generaciones. El Enemigo lo enterró, sin dificultades…”
En el acto también intervino Diego Burgueño Rebufello, hijo de Carlos Burgueño, un inocente asesinado en la Toma de Pando por los tupamaros.