Qué lejos quedaron los tiempos donde el carnaval uruguayo era un espectáculo para toda la familia y la fina sátira política era el deleite de todos, pero las ideologías de izquierda lo dieron la previsible sepultura.
Hoy, la calidad de los letristas de algunas murgas ha descendido de una manera brutal y grosera, donde el agravio y el insulto son moneda común y hasta podría decirse cobarde.
Las letras agraviantes no pueden ampararse – como pretenden los ofensores – en la “libertad de expresión”, porque la bajeza intelectual de esos libelos, denigrando personas, es tan deleznable que no admite tanto desatino.
Ante tanta falta de valores, algunos grupos sólo buscan, al ofender, cinco minutos de fama en los medios. No tienen altura intelectual ni capacidad artística y de alguna manera tratan de trascender de la manera más infame, agraviando.
Ya lo hicieron en forma imperdonable atacando a alguien que no puede defenderse, como fue el cobarde agravio a Jorge Larrañaga.
Ahora, con encono y con versos indignantes agravian al presidente y a una senadora y ya nadie duda de que el resultado de tales ofensas, será magro, muy magro para los ofensores que carecen – además- de ostentar la calidad de “artistas”.
El carnaval ha muerto; lo mataron con premeditación y alevosía, los que anteponen su ideología al verdadero espectáculo.
Muy buena nota. Yo hace muchos años que dejé de ir a los tablados y como yo muchos. Tanta militancia frentista le quitó el encanto al carnaval. Ahora todo es panfletario y demasiado terraja
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