Por Raúl Vallarino.-
El gobierno argentino de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, a través de su polémico canciller Santiago Cafiero, trata de explicar, en un comunicado inverosímil, la “fuga” de la exministra de Obras Públicas de Ecuador, la condenada por corrupta, María de los Ángeles Duarte Pesantes, del gobierno del expresidente Rafael Correa, que estaba asilada en la embajada de Argentina en Ecuador.
Duarte fue condenada en 2020 a ocho años de cárcel por cohecho como parte del caso “Sobornos 2012-2016”, un hecho de corrupción comprobada del partido oficialista Alianza País, liderado por Rafael Correa, con aportes indebidos de empresas que no fueron declarados.
Según la Justicia ecuatoriana, María Duarte fue parte de esa organización delictiva dentro del gobierno de Correa, para cobrar coimas por US$7,3 millones de parte de contratistas de obras públicas en su país. Algo que pudo probarse documentalmente y que hizo que el propio Rafael Correa también huyera de Ecuador y se asilara en Bélgica, escapando así de la condena a 8 años que le había sido impuesta.
Ya condenada por la Justicia de su país, donde tuvo todos las garantías para defenderse, en 2020, Duarte se presentó en la embajada argentina en Quito, donde fue recibida como “huésped”, hasta que el gobierno de Fernández y Kirchner le concedió asilo diplomático en diciembre de 2022.
En este caso, el gobierno argentino no actuó de acuerdo a lo que estipulan los estatutos de la Convención sobre Asilo Diplomático, adoptado en la Décima Conferencia Interamericana realizada en Caracas, Venezuela el 28 de marzo de 1954, que entró en vigor el 29 de diciembre de 1954 de conformidad con el Artículo 23, Serie sobre Tratados, OEA, Nº 18, que expresa en los Artículos I y II de sus estatutos:
Artículo II
Todo Estado tiene derecho de conceder asilo; pero no está obligado a otorgarlo ni a declarar por qué lo niega.
Artículo III
No es lícito conceder asilo a personas que al tiempo de solicitarlo se encuentren inculpadas o procesadas en forma ante tribunales ordinarios competentes y por delitos comunes, o estén condenadas por tales delitos y por dichos tribunales, sin haber cumplido las penas respectivas, ni a los desertores de fuerzas de tierra, mar y aire, salvo que los hechos que motivan la solicitud de asilo, cualquiera que sea el caso, revistan claramente carácter político.
Las personas comprendidas en el inciso anterior que de hecho penetraren en un lugar adecuado para servir de asilo deberán ser invitadas a retirarse o, según el caso, entregadas al gobierno local, que no podrá Juzgarlas por delitos políticos anteriores al momento de la entrega.
Claramente, este era un caso de delitos contra el Estado y nunca de persecución política, porque el juzgamiento de Duarte y los demás implicados, incluido Correa y otros exfuncionarios, comenzó bajo el gobierno de Lenin Moreno, el presidente de Ecuador que fue el candidato del correísmo, quien al ver el cúmulo de pruebas por corrupción de los compañeros de su partido, optó por hacerse a un costado y dejar que la Justicia actuara.
La inverosímil y nada creíble explicación de la Cancillería argentina
Concretada la fuga de la condenada exministra Duarte, la cancillería de Argentina dio a conocer en un comunicado de prensa, las supuestas acciones realizadas en torno al hecho, que lo único que hacen es acrecentar las sospechas de complicidad en la huída de la exfuncionaria de Correa. El canciller Cafiero dijo que “pese a todos los intentos de ambas partes por encontrar una solución compartida, el prolongado paso del tiempo fue generando una situación que atentaba contra sus derechos fundamentales“, pero analistas políticos aseguran que el canciller argentino no entiende – porque es un improvisado- que la justicia ecuatoriana condenó a María Duarte por delitos de corrupción – no políticos – y que el asilo no correspondía.
El canciller Santiago Cafiero se comunicó en la tarde del lunes con el Ministro de Relaciones Exteriores y Movilidad Humana del Ecuador, Juan Carlos Holguín, para informarleque la ciudadana ecuatoriana María de los Ángeles Duarte Pesantes -que estaba alojada junto con su hijo, menor de edad y de nacionalidad argentina, en la Residencia de la Embajada de nuestro país en Quito desde el 20 de agosto de 2020- ya no se encuentra en dicha legación, que está custodiada tanto en su acceso como en su parte externa por la Policía Nacional de Ecuador. Posteriormente el Embajador argentino en ese país, Gabriel Fuks, concurrió al mencionado Ministerio donde transmitió esta misma información.
Primer error del canciller Cafiero cuando dice que “la legación argentina está custodiada tanto en su acceso como en su parte externa por la Policía Nacional de Ecuador”, como si esta custodia ecuatoriana pudiera impedir la fuga; Cafiero sabe que un vehículo con matrícula diplomática no puede ser revisado por la policía de Ecuador para comprobar si va escondida una persona.
Luego, el desvarío se hace evidente cuando Cafiero explica que Durante el pasado fin de semana del sábado 11 y domingo 12 de marzo de 2023 y encontrándose el embajador Fuks desempeñando distintas tareas inherentes a su labor diplomática, no se registró presencia en el ala del edificio en la que Duarte Pesantes habitaba, distante de la residencia oficial del representante argentino, por lo que se procedió a hacer las recorridas correspondientes de las distintas dependencias, sin ubicar su paradero.
Segundo error de Cafiero, que deja claramente expuesta la falla de seguridad o la complicidad con la fuga. Durante dos días (sábado y domingo) nadie notó que faltaba la señora Duarte y su hijo. Ningún miembro de la seguridad ni los funcionarios diplomáticos la vieron salir a ella y al niño y no saben como se ausentó de la embajada, algo muy difícil de creer.
Hoy, la corrupta exfuncionaria de Rafael Correa, reapareció como por arte de magia en la embajada de Argentina en Venezuela. Si el gran escape lo hizo ella sola, sin la complicidad del gobierno argentino, debe ser entonces una de las mejores alumnas del gran escapista Houdini, ni más, ni menos…