Caso Báez Sosa: los dos rugbiers que se acordaron tarde de hablar

Los nuevos abogados no pueden aducir que fueron mal juzgados, es problema de ellos. Si no contaron con la presunta defensa adecuada no es culpa de los jueces ni del tribunal

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Foto captura TV

El asesinato cruel del joven argentino Fernando Báez Sosa, promete nuevas instancias, ya que el principal implicado, Máximo Thomsen, el que se negaba a hablar porque se creía un ser intocable por la justicia de los hombres, anuncia que quiere contar – en forma tardía – “su versión” de un hecho que ya está debidamente probado.

Ni a él ni a sus otros siete compañeros, les importó en lo más mínimo el sufrimiento de los padres de Fernando, que padecieron de todo por su infame crimen y vimos la soberbia de los acusados en las instancias judiciales.

Habían hecho un “pacto de silencio” para protegerse entre ellos del asesinato que eran conscientes habían cometido. Lo que quieran decir ahora no es válido y ni siquiera atendible.

Una actitud execrable de intentar volver sobre lo ya juzgado y revivir el duro trance de la familia del asesinado. No son inocentes, ninguno de ellos. Sabían lo que hacían y el cambio de ropa para intentar que los identificaran lo demuestra y el tétrico mensaje de “caducó”, lo prueba.

Los nuevos abogados no pueden aducir que fueron mal juzgados, es problema de ellos. Si no contaron con la presunta defensa adecuada no es culpa de los jueces ni del tribunal. Ahora a llorar al cuartito.

Resulta cuasi risible si no fuera trágico, lo que dice Francisco Oneto, el nuevo defensor de Thomsen: “La intencionalidad de él no era que esto termine en la muerte de nadie. Le dije que no podía garantizarle resultados, pero sí le conté cómo vamos a emplear las herramientas del derecho para mejorar su situación procesal”, explicó a TN.

Esta práctica de pelear la aplicaban siempre, era su forma de “divertirse”, eso deja en claro la premeditación, no hay otra.

Desde el entorno de otro de los condenados, Matías Benicelli, dicen una barbaridad que los deja aun más en evidencia porque argumentan que el tribunal no debió permitir que sean representados por el mismo abogado. “Debieron actuar de oficio”, consideraron. Y lo peor es que creen tener la razón.

En cualquier momento van a decir que la culpa es del joven asesinado.

Siguen con la soberbia que demostraron desde el principio. Pretenden tener derechos, los mismos que le quitaron a Fernando y esto la Justicia y la sociedad lo saben.