Buenos Aires, 5 jun (Sputnik).- El periodista Raúl Vallarino, autor del libro de 2011 “Aerolíneas Argentinas: la verdad oculta de un engaño”, asegura que la historia de la compañía Aerolíneas Argentinas no tiene ángeles. “Solo hay demonios”, añade quien fuera director general de la Biblioteca Nacional de Uruguay entre 2000 y 2005.
Desde su privatización en 1990, la aerolínea argentina de bandera “ha sufrido a lo largo de los distintos Gobiernos que la manejaron”, cuenta Vallarino. Engaños, invenciones, estafas y picardías se alternan desde entonces al punto de enturbiar las relaciones entre los sucesivos Gobiernos de España y Argentina.
La primera artimaña, señala Vallarino, se encuentra en la manera en Aerolíneas Argentinas fue privatizada por decisión del exmandatario Carlos Menem (1989-1999). El Ejecutivo del expresidente Felipe González (1982-1996) avaló la compra, y fue así que la compañía fue absorbida por la aerolínea española Iberia, en aquel momento estatal.
Pasaron diez años hasta que en plena crisis de 2001, el Gobierno español le cedió la compañía por un euro al Grupo turístico Marsans, un consorcio español formado por las aerolíneas privadas Spanair y Air Comet que adquirió el 92,1 por ciento de las acciones y que quebró siete años más tarde.
EXPROPIACIÓN
Ante la crisis que atravesaba la aerolínea por entonces, el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015) expropió la compañía en diciembre de 2008, tras recibir la autorización del Senado. “Ahí surgen distintas situaciones muy censurables, en donde hay actitudes prepotentes para recuperar lo que se había otorgado por un Gobierno peronista”, relata el periodista uruguayo.
La Auditoría General de la Nación de Argentina reveló por entonces que tras permanecer durante 18 años en manos españolas, la empresa había quedado con un déficit de 2.500 millones de pesos (unos 720 millones de dólares en aquel momento) y un pasivo estimado en 890 millones de dólares.
En su libro, Vallarino señala que entonces hubo un enfrentamiento entre la mandataria argentina y su homólogo español, José Luis Rodríguez Zapatero (2004-2011), “cuando el presidente vio las intenciones de re-estatizar la compañía”.
El Ejecutivo argentino utilizó de intermediario a un empresario llamado Juan Carlos López Mena, dueño de la empresa de transporte fluvial Buquebús. “La trama para quedarse de vuelta con Aerolíneas la van gestando con López Mena, quien decía que no necesitaba conocer sobre asuntos aeronáuticos porque había tenido éxito en otros negocios”, señala el autor uruguayo.
Fue así que “mientras López Mena está negociando con Marsans para quedarse con el 37 por ciento de Aerolíneas, el Gobierno argentino fue a acelerar los trámites en el Congreso para lograr quedarse de vuelta con Aerolíneas”, añade Vallarino. “Rodríguez Zapatero dice que la gente de Marsans le pidió 300 millones de euros para revitalizar Aerolíneas. Una vez enviados, estatizaron la compañía a los pocos días”.
A raíz de una denuncia presentada por Marsans, el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones (CIADI) determinó en 2017 que el país debía pagar 320 millones de dólares por la estatización de la aerolínea de bandera, sentencia que se confirmó dos años después.
Desde España, mientras tanto, el expresidente español de Aerolíneas Argentinas Antonio Mata fue condenado en 2013 a dos años de prisión efectiva y multado por 99 millones de euros. Además Gerardo Díaz Ferrán, exsocio del anterior en AirComet, fue sentenciado en 2015 a cinco años y medio de cárcel por el vaciamiento del Grupo Marsans.
DÉFICIT
Una vez llegó al poder el expresidente argentino Mauricio Macri (2015-2019), la empresa tampoco se desempeñó como hubiera debido, sostuvo Vallarino. “No funcionó como tenía que funcionar, la empresa no tuvo una relevancia importante y fue deficitaria durante los últimos años. En suma, siempre tuvo problemas internos, de manejo y de desconocimiento técnico”.
La actual gestión del presidente Alberto Fernández, que asumió en diciembre de 2019, recibió la compañía con un patrimonio negativo de 567 millones de dólares, según informó a Sputnik la propia empresa.
Con la pandemia del nuevo coronavirus y el cese de todos los vuelos regulares desde mediados de marzo, la empresa anunció esta semana que suspenderá al 63 por ciento de la plantilla. Las tormentas continúan sobre una firma que espera ser, alguna vez, una aerolínea de referencia. (Sputnik)