La posición del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, el primero en condicionar su presencia en la urbe californiana a la invitación de todos los jefes de Estado del hemisferio, sin excepciones, abrió el camino de la situación espinosa a la que se abocó el país organizador del foro. López Obrador es un reconocido defensor de los regímenes autoritarios de Cuba, Venezuela y Nicaragua, con los que comparte ideas.
La presidenta de Honduras, la izquierdista Xiomara Castro de Zelaya también fijó su posible participación en similares términos, luego de que Estados Unidos negara invitaciones a los jefes de Estado de Cuba, Nicaragua y Venezuela por presunto incumplimiento de los preceptos de la Carta Democrática de la Organización de los Estados Americanos.
Si bien López Obrador y Xiomara Castro fueron elegidos en procesos electorales democráticos en sus respectivos países, defienden las posiciones antidemocráticas de los gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua, donde no existen comicios libres ni libertad de expresión y los ciudadanos cubanos, venezolanos y nicaragüenses, son salvajemente perseguidos y encarcelados por pensar diferente y también carecen de protección judicial, porque los tribunales no tienen independencia de esos gobiernos totalitarios.
López Obrador enviará a la Cumbre de las Américas a su obsecuente canciller Ebrard y la presidenta de Honduras dijo: “Asistiré a la Cumbre de las Américas solo si están invitados todos los países de América sin excepción. El estudio más digno de un americano es América”, aseveró.