
El expresidente de Brasil y candidato a la presidencia, Luiz Inácio Lula da Silva, no ha condenado la brutal represión del régimen de de Daniel Ortega en Nicaragua que oprime a opositores, mientras acosa, expulsa o encarcela a sacerdotes, monjas y obispos que enfrentan a la dictadura nicaragüense.
Lula es amigo personal del dictador Ortega y ambos comparten su asociación con el polémico Foro de São Paulo, que fundaron en conjunto. Por esto el brasileño respalda las arbitrariedades del gobierno izquierdista de Nicaragua.
Sin embargo, el presidente Jair Bolsonaro en su discurso en la Asamblea General de la ONU, dijo que “Brasil abre sus puertas para recibir a los sacerdotes y monjas católicas que han sufrido la persecución del régimen dictatorial en Nicaragua”.
“He sido un firme defensor de la libertad de expresión. Además, bajo mi gobierno, Brasil ha trabajado para llevar el derecho a la libertad de religión al centro de la agenda internacional de derechos humanos. Es fundamental garantizar que toda persona tenga derecho a profesar y practicar libremente su orientación religiosa, sin discriminación. Quiero anunciar aquí que Brasil abre sus puertas para recibir a los sacerdotes y monjas católicas que han sufrido la persecución del régimen dictatorial en Nicaragua. Brasil repudia la persecución religiosa en cualquier parte del mundo”, dijo Bolsonaro en la ONU.

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Luego Bolsonaro agregó: “Otros valores fundamentales para la sociedad brasileña, reflejados en la agenda de derechos humanos, son la defensa de la familia, el derecho a la vida desde la concepción, la autodefensa y el repudio a la ideología de género”, explicó.
“También quiero resaltar aquí la prioridad que le hemos dado a la protección de la mujer. Nuestro esfuerzo por sancionar más de 70 normas jurídicas en la materia desde el inicio de mi gobierno, en 2019, es prueba de este compromiso.
Luchamos contra la violencia contra las mujeres con todo rigor. Esto es parte de nuestra prioridad más amplia de garantizar la seguridad pública de todos los brasileños.
Los resultados aparecen en nuestro gobierno: una caída del 7,7% en el número de feminicidios y una disminución en el número general de muertes por homicidio. En 2017 hubo 30 muertes por cada 100.000 habitantes. Ahora son 19”, aseveró Bolsonaro en la ONU.