Su antecesora en la primera magistratura, Laura Chinchilla, deja la presidencia en medio de una baja popularidad.
En su discurso, Solís expresó entre otros conceptos: “Efímero, el poder que ha sido depositado en mis manos no es ni un cheque en blanco ni una patente de corso. Muy por el contrario constituye un precioso acervo que, custodiado por el pueblo, éste delega de forma temporal en sus representantes para que lo administren con justicia y equidad. Por eso la prescripción constitucional también advierte que tal patrimonio puede ser reclamado por sus legítimos dueños si se incumple con el encargo recibido de la gente”.
Luego agregó: “cuando me equivoque, corríjanme; cuando me pierda, búsquenme; cuando flaquee, denme fuerzas. Si no les escucho, reclámenlo; si les abandono, si no estoy ahí cuando más me necesiten, si usurpare con aviesa intención la confianza depositada en mí con tanta generosidad por un pueblo que demanda honestidad y buen gobierno, repúdienme”.
El nuevo presidente estuvo acompañado por los mandatarios Evo Morales, de Bolivia; Rafael Correa, Ecuador; Juan Orlando Hernández, de Honduras; Mauricio Funes, de El Salvador; Otto Pérez Molina, Guatemala; y Danilo Medina, de República Dominicana, y el príncipe de Asturias, Felipe de Borbón, entre otras autoridades extranjeras.