Lo que vaticinó Einstein se cumplió, ya hay una generación de idiotas

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Un espectador tratando de cargar su Ipad, en un enchufe des escenario de un teatro
Un espectador tratando de cargar su Ipad, en un enchufe del escenario de un teatro
Albert Einstein lo había vaticinado muchos años atrás cuando dijo la ya hoy célebre frase: “Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad. El mundo solo tendrá una generación de idiotas”.
Y hoy se cumple cabalmente su vaticinio, ya en todo el mundo ha surgido esa generación obnubilada por el teléfono móvil o celular o como quieran llamarle.
Si uno viaja en un trasporte público, metro, autobus, etc. no le dará el tiempo para contabilizar cuantas personas observan como poseidos la pantalla del diabólico aparatejo, ajenos totalmente a lo que ocurre a su alrededor, mientras otros, con una agilidad pasmosa, envían rápidos mensajes de texto y algunos mantienen una charla casi a los gritos, dando a conocer al resto de los pasajeros detalles íntimos que a nadie deberían interesarle, pero que se hacen públicos por la despreocupación del que habla.
Hoy muchos dan la vida por tener el último modelo de esta tecnología diabólica, como el joven chino que vendió un riñón para comprarse un iPhone y un iPad. El joven terminó vendiendo su riñón a una organización de traficantes de órganos por 3,400 dólares, dinero que utilizó para comprarse un iPhone y un iPad.
Es tanta la desesperación que los abducidos por esta tecnología, viven y respiran porque tienen el monstruoso móvil en sus manos.
Otro caso entre tantos, es el que ha ocurrido en el Teatro Booth de Broadway, con la obra ‘Hand to God’ en cartel. Allí un joven de 19 años sentado en la platea esperando el comienzo del espectáculo, vio con terror que a la bateria de su iPhone 6, solo le quedaba un 5% de carga.
Entró en pánico, comenzó a mirar en derredor buscando un enchufe, como si en esa recarga de batería le fuera la vida y no encontró nada, hasta que vio en el escenario ¡un enchufe!. El telón estaba abierto y la escenografía dispuesta para comenzar la función; el desesperado joven no lo dudó un instante, trepó al escenario e intentó conectar el dispositivo, pero se dio cuenta que el enchufe no estaba conectado a nada era parte de la escenografia.
Todo provocó la risa de los demás espectadores y para documentar este hecho irracional, a continuación el video con la desopilante y humillante escena, de uno de los tantos personajes que entran en el vaticinio de Albert Einstein.